Compartimos con vosotros nuestro recorrido en la fe y en el servicio misionero.
Marta Hernández
Hace dos años tuve la oportunidad de vivir en Etiopía durante cinco semanas. Pude dar un curso de formación intensivo al profesorado universitario de la misión Salesiana de Zway, visitar el programa de nutrición y hacerme a la idea de los miles de niños que pasaban por las aulas del centro escolar.
A esta experiencia se añaden dos breves estancias veraniegas con las Misioneras de la Caridad en Tánger y Lisboa. Ellas han colaborado al crecimiento en la fe que he experimentado en estos últimos años. Igualmente importante ha sido la vivencia de un Cursillo de Cristiandad y el acompañamiento espiritual para entender: qué es la oración personal y el dejarse hacer; la confianza en Dios y atender un profundo deseo de servicio presente en mi corazón desde hace mucho tiempo; vivir la Comunidad y apoyarse en ella para seguir creciendo.
Así nace Lux Mundi, por una llamada que va a ser respondida personalmente y en comunidad.
Yago Ruiz
Mi primer contacto con el ámbito del servicio y el voluntariado se produjo a los 19 años de edad, cuando comencé a ir como monitor y catequista a campamentos de verano con la Parroquia de Santa María, en Majadahonda (Madrid). Años más tarde, movido por una inquietud de entrega, acudí a Campos Misioneros de Trabajo, organización juvenil que presta su colaboración con las Misioneras de la Caridad de Madre Teresa en Tánger, Lisboa y Faro en turnos de verano de 2 a 3 semanas.
Posteriormente, volví a Lisboa por cuenta propia en más ocasiones para seguir colaborando con las “sisters”. Esto desembocó en una profunda vocación misionera que me llevó a Etiopía en abril de 2013 hasta agosto de ese mismo año, trabajando voluntariamente como profesor de Universidad en la Misión Salesiana de Zway. Fueron 4 meses de profundo cambio personal que afianzaron mi espíritu de servicio sostenido por la Fe en Jesucristo.
Durante los dos años siguientes ejercí mi profesión de Ingeniero Informático mientras realicé labores de voluntariado para EntreCulturas, Centro de Atención a Inmigrantes en riesgo de exclusión social, ayudando a niños y adolescentes en el ámbito académico.
En Octubre de 2015 junto con Marta Hernández, volví a Zway por un curso completo a disposición de las “sisters” de la Misión Salesiana. Durante la estancia, y principalmente motivado por ella, se concretó la idea de la Asociación Lux Mundi, que terminaron de completar María Silván y Jose María Millán desde España y que en Octubre de 2016 fue presentada al mundo con mucha ilusión y esperanza.
María González Silván
Yo siempre he dicho que la fe es como un globo gigante de tu color favorito, el mío es verde. Hay personas que desde que nacen llevan atado uno de esos globos en su muñeca, no han hecho nada para merecerlo, es el regalo que les han dejado sus padres, sus abuelos o algún ser querido. Ese bebé va creciendo poco a poco, aprende a gatear, aprende a caminar... Y antes de que nadie se haya dado cuenta, ese niño ya sabe pensar. Ha llegado el momento de hacerse mayor, de enfrentarte a tus miedos, de coger el rumbo, de decidir si cambias de globo, si te quedas con las manos vacías o sustituyes el globo por cualquier otra cosa que (parece) que no se va a pinchar nunca.
Yo tenía 13 años cuando mi madre decidió mandarme al campamento de la parroquia de Santa María (Majadahonda). Iba a Valencia con ganas, pero obligada. Volví conociendo a Jesús y enganchada a su forma de vida. Ese verano decidí cambiar mi globo, soltar el de mis padres y (¡ay amigo!) hinchar el mío propio. Menos mal que siempre he sido la niña mimada de Dios y me ha ofrecido todo tipo de hinchadores y pinturas por el camino para que el mío pueda ser el globo más bonito del mundo: misiones en Tánger, Lisboa y Barcelona; 8 años de catequista en Santa María; dos familias que me acompañan a cada paso que doy (la de sangre y la de la parroquia); un grupo de amigos que me quiere como soy; Josete, que se desvive porque yo pueda acercarme más a Él...
Creé Lux Mundi con Marta, Yago y Josete porque quiero ayudarte a hinchar tu propio globo, ¿te animas?
Jose María Millán
Mi nombre es José María Millán Sáez, aunque desde siempre me han apodado como Josete, tengo 24 años, soy graduado en periodismo y estoy cursando un master en dircom y nuevas tecnologías.
La primera vez que me topé con una experiencia de voluntariado fue gracias a la asociación Campos Misioneros de Trabajo (CMT) en la parroquia Santa María de Majadahonda. Estuve dos veranos, 2012/2013 y 2013/2014, en los que pude conocer la verdadera labor cristiana. CMT, trabaja con las hermanas de la caridad de Madre Teresa de Calcuta en tres de sus casas: Tánger, Lisboa y Barcelona; también con los hermanos franciscanos de Cruz Blanca en Tánger. La función de esta organización (CMT) es la de preparar actividades durante el año con el fin de poder funcionar durante los quince días en que el voluntario colabora en verano (julio u agosto), con el objetivo de aprender la caridad de las ‘sisters’.
Mis destinos fueron en dos ciudades de Marruecos, Tánger (dos turnos) y Casablanca (un turno). En estas dos urbes colaboré para el funcionamiento de los campamentos de verano organizados por las ‘sisters’ con la compañía de las mismas, así como de los voluntarios. En esta actividad realizábamos juegos, talleres de manualidades, así como atender las labores del hogar. También nos coordinábamos en prestar servició a otra congregación religiosa, en este caso, en la casa de Nazaret de los hermanos franciscanos de Cruz Blanca donde atendíamos a los discapacitados que los hermanos de dicha congregación acogían. Nuestra función era la de hacer compañía a los necesitados y realizar juegos con ellos. Otra actividad que llevamos acabo durante este periodo, concretamente en Tánger, fue ‘refor’ (reformatorio). En este caso, los voluntarios acudíamos a un centro interno de menores donde realizábamos actividades lúdicas de artesanía o juegos deportivos con el fin de hacerles compañía.
Mi primer viaje de voluntariado fue algo inesperado donde cualquier cosa te acababa sorprendiendo. Nunca imaginé que me podría haber ayudado tanto, y sobre todo haberme tenido tan presente a Jesús. Esa sensación tan única me llevó a repetir y poder aportar más experiencias. Por ello me he sumado a las filas de Lux Mundi, una asociación que busca encender la vela que ilumine al mundo bajo el amor de Dios a los más necesitados.
Hace dos años tuve la oportunidad de vivir en Etiopía durante cinco semanas. Pude dar un curso de formación intensivo al profesorado universitario de la misión Salesiana de Zway, visitar el programa de nutrición y hacerme a la idea de los miles de niños que pasaban por las aulas del centro escolar.
A esta experiencia se añaden dos breves estancias veraniegas con las Misioneras de la Caridad en Tánger y Lisboa. Ellas han colaborado al crecimiento en la fe que he experimentado en estos últimos años. Igualmente importante ha sido la vivencia de un Cursillo de Cristiandad y el acompañamiento espiritual para entender: qué es la oración personal y el dejarse hacer; la confianza en Dios y atender un profundo deseo de servicio presente en mi corazón desde hace mucho tiempo; vivir la Comunidad y apoyarse en ella para seguir creciendo.
Así nace Lux Mundi, por una llamada que va a ser respondida personalmente y en comunidad.
Yago Ruiz
Mi primer contacto con el ámbito del servicio y el voluntariado se produjo a los 19 años de edad, cuando comencé a ir como monitor y catequista a campamentos de verano con la Parroquia de Santa María, en Majadahonda (Madrid). Años más tarde, movido por una inquietud de entrega, acudí a Campos Misioneros de Trabajo, organización juvenil que presta su colaboración con las Misioneras de la Caridad de Madre Teresa en Tánger, Lisboa y Faro en turnos de verano de 2 a 3 semanas.
Posteriormente, volví a Lisboa por cuenta propia en más ocasiones para seguir colaborando con las “sisters”. Esto desembocó en una profunda vocación misionera que me llevó a Etiopía en abril de 2013 hasta agosto de ese mismo año, trabajando voluntariamente como profesor de Universidad en la Misión Salesiana de Zway. Fueron 4 meses de profundo cambio personal que afianzaron mi espíritu de servicio sostenido por la Fe en Jesucristo.
Durante los dos años siguientes ejercí mi profesión de Ingeniero Informático mientras realicé labores de voluntariado para EntreCulturas, Centro de Atención a Inmigrantes en riesgo de exclusión social, ayudando a niños y adolescentes en el ámbito académico.
En Octubre de 2015 junto con Marta Hernández, volví a Zway por un curso completo a disposición de las “sisters” de la Misión Salesiana. Durante la estancia, y principalmente motivado por ella, se concretó la idea de la Asociación Lux Mundi, que terminaron de completar María Silván y Jose María Millán desde España y que en Octubre de 2016 fue presentada al mundo con mucha ilusión y esperanza.
María González Silván
Yo siempre he dicho que la fe es como un globo gigante de tu color favorito, el mío es verde. Hay personas que desde que nacen llevan atado uno de esos globos en su muñeca, no han hecho nada para merecerlo, es el regalo que les han dejado sus padres, sus abuelos o algún ser querido. Ese bebé va creciendo poco a poco, aprende a gatear, aprende a caminar... Y antes de que nadie se haya dado cuenta, ese niño ya sabe pensar. Ha llegado el momento de hacerse mayor, de enfrentarte a tus miedos, de coger el rumbo, de decidir si cambias de globo, si te quedas con las manos vacías o sustituyes el globo por cualquier otra cosa que (parece) que no se va a pinchar nunca.
Yo tenía 13 años cuando mi madre decidió mandarme al campamento de la parroquia de Santa María (Majadahonda). Iba a Valencia con ganas, pero obligada. Volví conociendo a Jesús y enganchada a su forma de vida. Ese verano decidí cambiar mi globo, soltar el de mis padres y (¡ay amigo!) hinchar el mío propio. Menos mal que siempre he sido la niña mimada de Dios y me ha ofrecido todo tipo de hinchadores y pinturas por el camino para que el mío pueda ser el globo más bonito del mundo: misiones en Tánger, Lisboa y Barcelona; 8 años de catequista en Santa María; dos familias que me acompañan a cada paso que doy (la de sangre y la de la parroquia); un grupo de amigos que me quiere como soy; Josete, que se desvive porque yo pueda acercarme más a Él...
Creé Lux Mundi con Marta, Yago y Josete porque quiero ayudarte a hinchar tu propio globo, ¿te animas?
Jose María Millán
Mi nombre es José María Millán Sáez, aunque desde siempre me han apodado como Josete, tengo 24 años, soy graduado en periodismo y estoy cursando un master en dircom y nuevas tecnologías.
La primera vez que me topé con una experiencia de voluntariado fue gracias a la asociación Campos Misioneros de Trabajo (CMT) en la parroquia Santa María de Majadahonda. Estuve dos veranos, 2012/2013 y 2013/2014, en los que pude conocer la verdadera labor cristiana. CMT, trabaja con las hermanas de la caridad de Madre Teresa de Calcuta en tres de sus casas: Tánger, Lisboa y Barcelona; también con los hermanos franciscanos de Cruz Blanca en Tánger. La función de esta organización (CMT) es la de preparar actividades durante el año con el fin de poder funcionar durante los quince días en que el voluntario colabora en verano (julio u agosto), con el objetivo de aprender la caridad de las ‘sisters’.
Mis destinos fueron en dos ciudades de Marruecos, Tánger (dos turnos) y Casablanca (un turno). En estas dos urbes colaboré para el funcionamiento de los campamentos de verano organizados por las ‘sisters’ con la compañía de las mismas, así como de los voluntarios. En esta actividad realizábamos juegos, talleres de manualidades, así como atender las labores del hogar. También nos coordinábamos en prestar servició a otra congregación religiosa, en este caso, en la casa de Nazaret de los hermanos franciscanos de Cruz Blanca donde atendíamos a los discapacitados que los hermanos de dicha congregación acogían. Nuestra función era la de hacer compañía a los necesitados y realizar juegos con ellos. Otra actividad que llevamos acabo durante este periodo, concretamente en Tánger, fue ‘refor’ (reformatorio). En este caso, los voluntarios acudíamos a un centro interno de menores donde realizábamos actividades lúdicas de artesanía o juegos deportivos con el fin de hacerles compañía.
Mi primer viaje de voluntariado fue algo inesperado donde cualquier cosa te acababa sorprendiendo. Nunca imaginé que me podría haber ayudado tanto, y sobre todo haberme tenido tan presente a Jesús. Esa sensación tan única me llevó a repetir y poder aportar más experiencias. Por ello me he sumado a las filas de Lux Mundi, una asociación que busca encender la vela que ilumine al mundo bajo el amor de Dios a los más necesitados.